En la edad media la realidad era concebida como un cosmos ordenado. Cada norma social, cada producto humano y cada acción humana adquiría su significado en relación a este orden. A partir del humanismo el hombre en lugar de pertenecer al mundo, se sitúa racional y críticamente frente a él, y el “edificio” medieval fue sustituido por una creciente colección de experiencias.
La anterior cita del texto de Norberg Schulz del libro Significado en arquitectura de Charles Jencks es colocada con la intención de contraponer desde el inicio, las diferentes visiones de ver el mundo en la edad media y en la era posterior, que Schulz define como postmedieval. En la primera el hombre, como una parte muy pequeña del universo aceptaba esa condición de forma pasiva y en la religión encontraba la solución a algunas de las carencias de su época.
Con el desarrollo del humanismo inicia el renacimiento, y con él, un cambio de la percepción humana hacia su entorno. Ahora el hombre era el centro del universo y la razón su principal instrumento. Este cambio de punto de vista trajo como consecuencia un diferente enfoque en la orientación frente al ambiente, en el texto se describe como casi siempre deficiente. Es allí en donde la cultura juega un papel importante porque esta determina la manera en que el individuo percibe su ambiente. ¿Cómo percibe entonces el hombre contemporáneo eso que llamamos cultura?
En el mundo globalizado el hombre se está reduciendo cada vez más a una parte de eso que llama Fromm, en su libro La revolución de la esperanza; la gran maquinaria. La especialización es el camino para el hombre-pieza. Una especie de instrumentalización en donde funcionamos como engranajes destinados a elaborar funciones súper específicas. Si esto es el camino por venir, las manifestaciones arquitectónicas, de paisaje, de la ciudad, de las culturas afectadas sufrirán severos traumas cuando se vean influenciadas por la gran cantidad de información proveniente de medios de comunicación y estrategias de mercado de los países económicamente más desarrollados. La cultura se hace de masas, una cultura universal. Y todo empieza por la educación; volviendo al texto de Schulz:
Se aprende que lo único que cuenta es comprender todo. Antes, se había realizado un esfuerzo por aprehender la variedad de la vida mediante la concreción; hoy, sin embargo sólo se acepta la verdad científica.
La visión de la ciudad como oposición a esto, en algunos lugares por algunos arquitectos, planificadores, urbanistas o inversionistas está cambiando. Está por ejemplo el llamado regionalismo crítico de Glenn Murcutt. Hoy la ciudad quiere significar algo, no de la forma planteada por el post modernismo, sino una reconciliación con la técnica. Ya no son los espacios fríos y eminentemente racionales del modernismo temprano, sino unos llenos de vida y para la vida. Donde cada obra es diferente de otra porque se encuentra en un lugar diferente, personas diferentes. Cultura y significado se relacionan y producen una arquitectura verdaderamente propia del lugar, una ciudad dueña de sí misma y lo más importante adaptada a las necesidades de esa gente específica y con esos específicos modos de vida que la reclaman y la habitan.
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